Ezequiel Martinez Wagner
21 de may de 2022
Microrrelato de terror, 48° relato de "La Casa", registrada en 2022.
Eran dos minutos. Nada más. No podía contratar a una niñera por dos minutos. Lo tenía dormido. En mi cama. Dos minutos. Comprar cigarrillos en el quiosco de la vuelta y volver. No podía pasar nada malo.
Pero había un gran obstáculo: estaba completamente ebrio.
Y esos pocos metros se volvieron una odisea. Las baldosas de la vereda me interceptaban, los animales me gruñían, las luces del semáforo querían comunicarme algo que no les terminaba de entender. Y para colmo, el vendedor del quiosco parecía estar hablando en otro idioma. Agarré el atado de cigarrillos y una cervecita más. Le di muchísimo dinero, le dije que se quedara el cambio y que se comprara algo lindo.
Volví a casa. Me prendí un pucho en la entrada y me lo fumé mientras me bajaba la birra. Subí a mi cuarto, me acosté, y me quedé profundamente dormido.
Desperté tarde al día siguiente. El sol ya empezaba su descenso en picada por el firmamento, y me sorprendió amanecer tan descansado. Apenas si sentía una leve jaqueca. Tenía unas inmensas ganas de orinar, y no recordaba absolutamente nada de lo sucedido la noche previa.
Mientras meaba me quedé pensando en cómo podía ser que hubiera dormido tanto. Algo debió haberme despertado, algo me estaba olvidando. Y ahí lo recordé. Mati.
O era un santo de la gran siete o algo le había pasado. Corté el chorro de pis a mitad de descarga, empapé mis calzoncillos y salí disparado hasta su cuarto. Llegué a su cuna y se me cortó la respiración. Sentí la jaqueca que había decidido ocultarse por unos minutos aparecer con toda su furia. Me latían los oídos, mi corazón bombeaba deshidratado. Mati no estaba.
Revisé su habitación de arriba abajo, di vuelta la cuna, bajé a buscarlo en el comedor, en la cocina, en el sótano, en el jardín, pero ni rastros. No podía ser. Ni gatear sabía.
Volví vencido a mi cuarto y me senté en la cama para llorar desconsolado, cuando sentí algo protruir del colchón. Me levanté de un salto, en esa ínfima décima de segundo lo recordé todo y, aterrado, miré.
Ezequiel Martinez Wagner
Registrado en la DNDA, Julio 2022